Gabriel en Picada.

 

 

Siento algo en la espalda.

Una comezón que no alcanzo a rascarme.

 

Siento algo en el pecho.

Un eructo necio que no sale.

 

Tres golpes sonoros y huecos:

Por tu culpa

Por su culpa

         Por mi gran culpa.

 

Nunca imaginé que la muerte oliera así…

ni que el revolver fuera a calentarse tanto.

 

Ella en el suelo.

Él en la cama.

Yo mirando mi obra desde el filo de la ventana.

 

Siento algo en las manos.

 

Polvos mágicos que difuminan la realidad.

 

Cierro los ojos y navego entre segundos pasados.

Ráfagas,

vino tinto regado,

gritos inacabados.

 

Siento algo en mis pies.

Un par de clavos atan mis pasos.

 

La gente va llegando

¡The show must go on!

 

Gritos aterrorizados.

 

Sonrío.

 

Saludo.

 

Ahí les encargo el changarro.

 

Siento algo en la espalda.

 

Me rasco con las uñas sucias y largas

y me arranco una pluma

 

Oscura,

grasosa,

ligera.

 

Las sirenas cantan melodías demoniacas.

 

La avenida me mira.

Desde abajo le nacen ojos.

 

Le crece una garganta.

 

¡Salta!

¡Salta!

¡Salta!

 

Siento algo en los ojos.

 

Salado

 

¡Salta!

 

Húmedo

 

¡Salta!

 

Nubiloso

 

¡Salta!

 

Todo se vuelve opaco.

Todo se calla.

 

Mis pies desnudos al filo de la baranda.

 

Siento algo en la espalda.

 

Son alas.

 

Alas gigantes,

hiperactivas…

A prueba de balas.

 

Me persigno.

 

Me despido.

 

Voy a probarlas.

Por Abraham “Gritonero” Chávez

Twitter: @gritonero

Oriundo del barrio de San Miguel, Iztapalapower; firme creyente de los formatos físicos para reproducir música. Fan de Kiss y de los juguetes de colección. Old school rocker.

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